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Eduardo Bustamante

Una imagen difícil de exportar: Decadencia de Tokio, de Murakami Ryu

Es indiscutible el hecho de que Murakami Ryu tuvo su época dorada en el ámbito literario hispanohablante, una época que posicionó a Azul casi transparente (1982, Anagrama) como un clásico de culto, polémico y alejado de la visión idealizada de la belleza japonesa que occidente había adoptado como la más fidedigna. Pero también es indiscutible que, luego de la publicación de Sopa de miso (2005, Seix Barral) aquellos gigantes editoriales le dieron la espalda paulatinamente al autor. No sabemos las razones. La labor la continuó Editorial Escalera un par de años después, publicando Piercing (2011) y Los chicos de las taquillas (2010), dos libros hoy muy difíciles de encontrar y que, por lo demás, circularon en tirajes mucho menores. Por ello es que la publicación de Audición (2021), Decadencia de Tokio (2022) y la reedición de Sopa de miso (2022) por parte de la editorial chilena Abducción ha sido todo un fenómeno: porque han cumplido (con gracia y estilo) con llevar la obra de un autor vivo y activo en su escritura a un público lector que le esperaba, lo que se puede advertir en la recepción que han tenido estas ediciones.


Decadencia de Tokio en específico es el primer libro de cuentos de Murakami Ryu en español. Traducido por Juan Carlos Cortés, el volumen abarca un extenso período en la obra del autor, que va desde 1986 hasta 2003, lo que resulta interesante considerando los cambios estilísticos y temáticos que se advierten con el paso del tiempo, a veces sutiles y otras no tanto. El libro se divide en cinco conjuntos de cuentos agrupados precisamente por época: “¡Corre, Takahashi!” (1986), “Topacio” (1988), “La cinemática de Ryu” (1995), “Cisnes” (1997), “En el aeropuerto” (2003), sumando un total de 15 textos de variada extensión.


'Ureshi Daruma', por Toshio Saeki (2018)

El primer conjunto de cuentos tiene una atmósfera satírica, sobre todo. Las narraciones se topan sutilmente por la afición de sus protagonistas al béisbol, afición que no teme aparecer en momentos de cambios paradigmáticos en sus vidas. Cambios que, por lo general, no tendrán oportunidad de revertir. Pero el gusto por el deporte es una pasión, y las pasiones no desaparecen por más que sean inofensivas, ilegales, grotescas o dañinas, como demuestra Murakami Ryu. Y son tangenciales a cualquier clase de persona, por lo demás: porque si bien es verdad que la “decadencia de Tokio” aparece en callejones y rincones oscuros, también lo hace en hogares comunes, y en los rincones (muchas veces oscuros) de la mente de la gente común que los habita. Me gustaría destacar el relato que cierra el conjunto, “Soy un novelista”, que relata una historia de desencuentros y giros inesperados al más puro estilo Pulp fiction. Okutegawa, un famoso novelista japonés, se entera de que un hombre ha estado haciéndose pasar por él en un club nocturno y ha embarazado a una de sus trabajadoras: Mutsumi, precisamente una fan de sus libros, que no por otra cosa se ha enamorado del impostor. Okutegawa no haya mejor opción que celar a su desconocido doble, enamorarse a su vez de Mutsumi y acudir en busca de un amigo informático que le ayude, mediante cálculos y en base a preguntas que le ha hecho a Mutsumi sobre el impostor, a parecerse más a él, ya que la chica le rechaza al conocerle como “el original”. Como toda respuesta, su amigo comenta respecto de su supercomputador, llamado como el renombrado escritor argentino: “Borges puede hacer operaciones de un billón seiscientos millones de datos por segundo, y le damos este problema absurdo. Si es demasiado estúpido, se negará a tener nada que ver nada con él, ya sabes”.


El segundo conjunto, “Topacio”, desciende un poco en la escala de lo escabroso y oscuro. Personajes con desórdenes mentales (muchas veces ocasionados por las historias de vida que llevan a cuestas), agencias de prostitución que solo sirven a hombres de poder y gustos retorcidos que son una tortura para las chicas, muchas veces muy jóvenes, que acuden a sus encuentros. El relato que da una vuelta de tuerca a la violencia en el libro, “Linterna”, narra, entre otras cosas, escenas de mutilación en el contexto de la grabación de videos snuff. Lo que pone en cuestión un hecho que recorre varios de los libros de Murakami: la violencia desmedida hacia la mujer en contextos lejanos a la esfera pública. Una primera impresión podría llevarnos a preguntarnos cuál es el valor de mostrar y detenerse en aquello, pero al avanzar se hace más notorio, y de manera terrible, que los narradores del autor no hacen otra cosa que constatar una realidad, por razones obvias, muy poco conocida.


El tercer conjunto, “La cinemateca de Ryu”, llama mucho la atención en cuanto las tres narraciones que lo componen parecen haber sido escritas a la par de Azul casi transparente, la novela que dio a conocer a Murakami mundialmente y por la que obtuvo el Premio Akutagawa. Los hechos narrados en “The Last Picture Show”, “Los ángeles del infierno” “La dolce vita”, suceden antes, a la par y después de aquella novela, una época cuyo pulso define muy bien el narrador: “Había estado viviendo con una mujer mayor junto a la base militar estadounidense en Yokota, saliendo con soldados, probando todas las drogas conocidas por el hombre, y siendo arrestado como sospechoso de varios crímenes. Como estilo de vida era bastante decadente, pero no puedo decir que alguna vez obtuviera mucho placer de él. Yo simplemente parecía tomar, con precisión imbatible, la peor de las decisiones”. Es interesante ver el desarrollo del protagonista de estos relatos, alter ego del propio escritor al igual que en Azul casi transparente, como un descenso hacia sí mismo; una prueba de hasta qué punto el cuerpo puede soportar los excesos y el daño autoinfligido, en una interrogante constante sobre cuál es el camino a seguir en un momento en que Japón no era capaz de dar muchas respuestas a sus jóvenes. El cine será un escape, una puerta a entender que sentimientos desgarradores también pueden encontrarse fuera, en la creación, y que percibirlas en determinado momento puede cambiarnos, y cambiar el curso de nuestras acciones. Por esa razón son nombres de películas los que titulan las tres narraciones, y por esa razón (es de suponer) Murakami Ryu comenzaría a filmar sus propias películas a la par de su carrera como escritor. De hecho, él mismo dirigió la adaptación del libro aquí comentado, bajo el título Topazu (1992), que ilustra las historias del segundo conjunto del libro y cuya banda sonora estuvo a cargo del renombrado compositor Sakamoto Ryuchi.


El último conjunto de relatos se enfrasca en Akagawa Mieko, en la atracción que en ella genera Cuba, su música (de ahí esta vez los títulos de las narraciones) y su gente, y en las distintas relaciones que entablará – o quebrará – por esta pasión. Relaciones tóxicas, sexo violento, extorsiones y demás harán su aparición. El último relato del libro, posterior a este conjunto y apartado de los demás tanto en su estilo como temporalmente (data de 2003), se enfrasca en un cuestionamiento que cada tanto podemos encontrarnos en libros, películas, e inclusive en charlas casuales: ¿Qué pasaría si empiezo desde cero, en otro lugar? ¿Si dejo todo atrás, en otro país? Son preguntas que, en la realidad, quizá cruzan nuestra mente solo de manera retórica, pues llevar a la práctica cambios de tal tipo requiere mucha voluntad. Murakami lo aborda a su manera: desde la perspectiva de una protagonista que ha llegado a perder bastante en la vida, lo que lleva (implícitamente) a otra pregunta. ¿Qué más podría perder?


No sé si los relatos cortos de Murakami llegan a tener la misma fuerza que sus novelas, pero sí es de destacar su elección de foco, y el cómo aquel Japón grotesco que nos muestra no es una imagen gratuita. Si hay monstruos en nuestra sociedad, es porque hay algo malo en ella. La maldad es natural al ser humano, puede ser; pero también es cierto que la mayor de las veces las personas arrastran un gran daño en sus vidas, y ellos son, sobre todo, los personajes del autor: gente muy dañada. Y el hecho de mostrar esa parte de un país, de su gente, es también una crítica al mismo. Esto se hace más explícito en el relato “Historia de un amor”, donde un personaje dice lo siguiente respecto de su situación frente a lo que tendría que hacer en la vida dada su llegada a la adultez, debatiéndose entre lo que sería bien visto:


Está claro que algo está mal, pero la gente vieja no tiene idea de qué realmente. Hablan de eso como si fuera algo que comenzó a pasar recientemente, como si el problema no existiera en los días de antes sino que de pronto brotó en algún momento, como los rascacielos en Shinjuku Oeste (...) En este país es tabú incluso pensar en buscar algo más en la vida (…) No puedes confiar en nadie que no se dé cuenta de que algo importante se ha perdido, y eso es algo que Japón nunca tuvo.


Un último punto a destacar es la estética del libro, que sigue la línea de la colección de literatura japonesa de Editorial Abducción: diseños compactos, de tamaño cómodo y de un aparato gráfico muy cuidado: esta vez, basado en la ilustración Ureshi Daruma de Toshio Saeki, artista cuya obra toma como el eje el ero-guro, alineándose así muy bien con los temas tratados por Murakami. En cuanto al estilo de la traducción, esta sigue la línea de Audición: Cortés no “limpia” el registro del autor, que reincide en insultos y muletillas, sino que adapta los mismos a un español “chileno”, lo que da naturalidad a los textos y mantiene un ritmo vertiginoso y de diálogos secos. Es de esperar que la editorial siga publicando la obra de este autor, un rescate que como ha comentado Juan Cortés, traductor y director de la editorial no estuvo exento de dificultades y la necesidad de mucha paciencia.


 


Decadencia de Tokio, 2021

Ryu Murakami, Editorial Abducción, Traducción de Juan Carlos Cortés

Precio referencial: $18.000

292 páginas


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