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José Pablo Guajardo Aranda

Festividad de Medio Otoño y Tsukimi: influencias, diferencias y similitudes

El pasado 10 de septiembre fue un día con un significado trascendental en el Asia del Este, donde en diferentes países del área se dio lugar a festividades que más allá de las leyendas, tradiciones y simbolismos tienen como principal punto de encuentro la observación, contemplación y veneración a la Luna.


El Zhong Qiu Jie (中秋節) en China, Tết Trung Thu en Vietnam, Chuseok (추석) en Corea y Tsukimi (月見) en Japón son muestras de celebraciones llevadas a cabo en esta parte del globo, cuyos orígenes se remontan a una ancestralidad que nos antecede miles de años.


Si bien podemos hallar el punto de origen de dichas festividades en la China Antigua, estas, al acaparar a otros pueblos de la zona, han sido nutridas de un profundo carácter local, en concordancia con las realidades culturales de las diferentes regiones por donde se expandieron. Ejemplo marcado de ello se evidencia en el Zhong Qiu Jie chino y el Tsukimi japonés. Por un lado, el Zhong Qiu Jie (traducido como Festival de Medio Otoño), en China, guarda relación con la religión más antigua de esta civilización, considerando una leyenda de un hecho ocurrido hace miles de años: el romance del héroe Houyi con la doncella Chang’ E, joven que bebió un elixir de la inmortalidad, ascendiendo a la Luna como una divinidad.


Representación de Chang’ E, diosa de la Luna.

En tanto al Tsukimi, festival de la observación de la Luna, remite a las influencias chinas que fueron llegando a Japón, tomando fuerza durante el “Período Heian (794-1185), específicamente entre los miembros de la Corte y, popularmente, a lo largo del Período Edo (1603-1868)” (Tomas, 2022). En sus inicios, “la celebración fue una manera de hacer ofrenda a la diosa de la Luna japonesa, Tsukiyomi no Kami, hermana de la diosa del sol, Amaterasu-Omikami, de la que, según la tradición, desciende la familia imperial japonesa” (Tomas, 2022). De ahí que, posteriormente, hubo de desarrollarse la leyenda del anciano cortador de bambú, “quien, una noche, hambriento, pidió alimento a cada uno de los animales del bosque, los que le otorgaron víveres, a excepción del conejo, quien se ofreció él mismo como alimento al no contar con provisión alguna” (Hirano, 2015). Lo anterior “implicó que el anciano, que en realidad era el “espíritu lunar” encarnado, se llevara al conejo consigo a la Luna” (Tomas, 2022). Según otras versiones de la leyenda, el conejo que hubo de entregar su carne como provisión, habría sido “el mismísimo Buda en una de sus reencarnaciones, el que le habría propuesto a sus amigos, una nutria, una zorra y un mono, recolectar comida extra para las personas que estaban pasando hambre (Maraver, 2018).



Kitagawa Utamaro, “Hombre y mujer realizando arreglos florales para el Festival de la Luna (Tsukimi)”, 1802.

A pesar de las diferencias entre ambas tradiciones, existe convergencia en un aspecto central, la simbología del conejo. Según la leyenda china, Chang’ E, al haber bebido el elixir de la inmortalidad, llevó a su mascota con ella, un conejo que la ayuda a fabricar dicho brebaje mágico en el astro. Por otra parte, en cuanto a la tradición del archipiélago, “habría de verse en la Luna al conejo, que el anciano llevó consigo, amasando mochi (餅, もち), una pasta de arroz de la gastronomía nipona (Hirano, 2015).


Sirviéndonos del ámbito culinario, en China es tradición consumir el yuebing (月饼), o Pastel de Luna. En Japón, la misma noche, la población elabora una “pirámide de tsukimi dango (月見団子)”, pastelillos hechos de mochi, el mismo que amasa el conejo en la Luna según la tradición japonesa.


Yuebing (月饼), “Pastel de Luna chino”

Pirámide de “Tsukimi dango” (月見団子) junto a un Ikebana.

Actualmente, tanto el Zhong Qiu Jie como el Tsukimi continúan vigentes, siendo la noche de aquel día, según el año lunar, una instancia de reunión, ritual y contemplación, donde es primordial observar la Luna Llena. Otra actividad tradicional en esta fecha es otorgarse presentes distintivos entre familiares y amigos con un simbolismo acorde a la cultura local del país, región o prefectura donde se encuentren. Sin embargo, los productos agrícolas toman especial trascendencia, siendo un regalo habitual las frutas y semillas, sinónimo de abundancia y buena cosecha, atendiendo al pasado agrícola de los pueblos del este de Asia.

Las castañas son un regalo habitual entre amigos y familiares en la festividad del Tsukimi.

En síntesis, esta serie de ceremonias llevadas a cabo en Asia del Este, de raíz similar, muestran la amplia gama de expresiones culturales habidas en torno a la apreciación de la Luna, el intenso diálogo que ha existido entre pueblos del área desde tiempos prístinos y la preservación del patrimonio intangible a través de sociedades que, a pesar de los acelerados vaivenes del mundo global, expresan su raíz identitaria a través de la vigencia de festividades ancestrales que les caracterizan.


 

Bibliografía

  • García-Noblejas, Gabriel. China: Pasado y presente de una gran civilización, 2011, Alianza Editorial, España.

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