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De lo escrito en mi abanico - el nuevo acercamiento entre Chile y Japón


De lo escrito en mi abanico

El primer año de Editorial Noctámbula ha estado lleno de novedades y riesgos literarios. Parte de estos riesgos se concentran en la Colección Omamori, orientada a la literatura japonesa. El sello particular de Noctámbula es salir del material habitual y traer al alcance de la mano, textos ricos y valiosos, pero poco explorados en nuestras tierras. Dentro de estas obras se encuentra De lo escrito en mi abanico, colección de haikus de las clásicas Sendas de Oku de Matsuo Bashō, hoy reconocido como el maestro del haiku. Esta colección, publicada por Noctámbula a mediados de 2019, cuenta con el trabajo en traducción de Marcela Chandía, posiblemente la mayor exponente en Literatura y traducción japonesa en Chile. Marcela cuenta con un amplio currículo que abarca su paso, a hoy vigente, por el Instituto Cultural Chileno japonés como profesora de idioma y literatura japonesa. Ha viajado en más de una ocasión al país del sol naciente, y ya antes había incursionado en la publicación con Cien poetas, un poema, Colección de Ogura (Editorial Cuarto Propio, 2017). En esta oportunidad, con De lo escrito en mi abanico, la traductora participa en la línea editorial de Noctámbula, que busca acercar estos clásicos y lejanos textos desde una traducción al español que no nace de la península, sino de nuestra Latinoamérica, buscando así rescatar a los traductores, muchos de ellos aún no descubiertos o abarcados en nuestro país y en el continente.


Este fin de semana en que se llevará a cabo la celebración de los diez años de La Furia del Libro, De lo escrito en mi abanico estará presente en Plaza de las Letras como parte del catálogo de Editorial Noctámbula. Hemos querido conversar con Marcela Chandía para conocer más de cerca su trabajo en la traducción, así como su experiencia en su segunda publicación.

1.- Como descendiente de japonés me impresiona la decisión de dedicar la vida profesional a una cultura tan lejana como lo es la nipona. ¿Cuál fue tu primer acercamiento a la cultura japonesa? ¿Qué es lo que te llevó a dedicar parte de tu vida laboral y personal a ella?

Mi mamá siempre tuvo mucho interés en Asia, le gustaban las películas, la loza, las artes marciales, etc. Recuerdo haber ido con ella a Patronato a comprar tacitas, por ejemplo. También me compraba lápices de cera chinos, por lo tanto, crecí con esa cultura en mi vida. Obviamente, al ir creciendo uno va de a poco encontrando el camino propio y paso a paso me fui acercando a Japón. En los años 90 esa era todavía una realidad muy lejana de Chile; viajar a Japón era como pensar en ir a Xanadú o Marte, y era, además, carísimo. Por esta razón pensé que tendría más posibilidades de llegar allá con alguna beca, y para eso necesitaba aprender el idioma. Así partió todo.


2.- Desde la educación básica en los colegios se nos enseña que Chile es un país de poetas, haciendo referencia a nuestros premios Nobel de Literatura. Japón, al igual que Chile, cuenta con dos Nobel en esta misma categoría. Bajo esta premisa, y guardando todas las diferencias, ¿qué aspectos de unión en cuanto a poesía o literatura has encontrado entre Chile y Japón en tu trayectoria como traductora y profesora de japonés?

Creo que en ambas culturas la poesía es parte intrínseca del alma de estos pueblos. Tal vez en Japón lo es de forma más, —valga la redundancia—, formal, ya que es una nación con un nivel de educación muy alto y en la cual el aprender a componer poesía en diversos estilos es parte del currículum, mientras que en Chile es algo que está más en el inconsciente colectivo. Por otra parte, tenemos una geografía similar, por lo que el imaginario paisajístico que se encuentra en los poemas hace de puntos de unión o semejanza.

3.- ¿De dónde se origina o a qué se refiere el título De lo escrito en mi abanico?

Es un verso de uno de los haikus contenidos en Sendas de Oku. Dado que hablaba además sobre lo que es esta recolección poética, creímos que era una excelente opción como título. No les voy a decir cuál haiku para que se entretengan buscándolo.

4.- Sendas de Oku, libro que Matsuo Bashō escribió en 1689, nace tras un viaje que él emprendió junto a uno de sus discípulos a lo que hoy es conocido en Japón como Tōhoku. ¿Has podido visitar esta zona? ¿Cambió la percepción que tenías sobre este lugar luego de haber traducido sus haikus presentes en De lo escrito en mi abanico?

Lo más al norte que he llegado en Japón es Nikkō, Prefectura de Tochigi, lugar por el que pasó Bashō y que menciona en el texto. Fui a Nikkō antes de leer el Sendas de Oku, lo cual me permitió comprender mejor una referencia que hace él sobre ese lugar. Por otra parte, después de traducirlo fui al barrio donde Bashō vivía en Tokyo; Edo en ese tiempo, cuando comienza el viaje que relata en este libro. Es emocionante estar en un lugar descrito en un libro e imaginar que el autor estuvo parado ahí mismo varios siglos antes. Además, la literatura japonesa es muy referencial, pero a su vez dando por sentado un montón de conocimiento. Está escrita para que la entiendan los japoneses, por decirlo de alguna manera, por lo que poder entender las referencias hace que uno comprenda la obra de una forma muy diferente de alguien que no tiene esa información.

5.- Shiki Masaoka ha comentado que el 80% de los haikus de Bashō son descartables. Considerando esta opinión y la extensión de la obra del poeta, ¿cuál fue el criterio de selección de los haikus traducidos en esta compilación?

De lo escrito en mi abanico comprende todos los haikus contenidos en Sendas de Oku. Los traduje directo del japonés cuando realicé hace algunos años un curso de análisis del Oku no hosomichi (el título en japonés), en el cual se contrastaban las traducciones de Octavio Paz – Eikichi Hayashiya y la de Antonio Cabezas. Como docente, me parece importante estar preparada lo mejor posible para responder todo tipo de preguntas por parte de los alumnos, y como íbamos a utilizar estas dos traducciones, quería ser capaz de explicar cuál se acercaba mejor al original o lo interpretaba mejor. Después, cuando Mónica Drouilly de Noctámbula me propone trabajar con ellos, pensé que a pesar de que el Oku no hosomichi es la obra más conocida en el mundo sobre haiku, siempre las traducciones se centraban en la parte en prosa, por lo que me dije ¿por qué no enfocarnos solo en los haikus? Y así nació De lo escrito en mi abanico.

6.- Teniendo una experiencia y conocimientos tan amplios como los tuyos en literatura y lengua japonesa, ¿cuál crees que es el mayor valor de Bashō como poeta y como ícono de la cultura japonesa?

En la época de Bashō, principios del siglo XVII, la poesía había perdido un poco de su gloria y grandeza pasada. Creo que el mayor aporte de Bashō fue rescatar ese esplendor antiguo, pero sin olvidar la historia y evolución que se había dado posterior a la Era Heian, la época dorada de la literatura japonesa. El Periodo Edo tiene un fuerte enfoque en los citadinos, por lo tanto, el trabajo de Bashō y otros posteriores permitió crear una lírica que pudiese ser “sentida” por los habitantes de las ciudades, pero que los conectaba con esa poesía cortesana del pasado. Diría que la gran herencia de Bashō fue, por lo tanto, ese “link” entre antigüedad y contemporaneidad.

7.- ¿Puedes comentarnos tu visión personal e íntima con la experiencia de traducir una obra del renombre de Matsuo Bashō?

Mi enfoque al proceso de traducción es siempre individual. Enfrento cada poema de manera independiente, como un mundo completamente único, por lo que algunos son “fáciles” y se traducen casi instantáneamente, mientras otros llevan días. En esta obra en particular, creo que la dificultad mayor fue, precisamente, que es una obra muy conocida con muchísimas traducciones a casi todos los idiomas ¿Qué haces cuando la interpretación que lees de un traductor famoso y reputado no tiene nada que ver con lo que estás leyendo en japonés? Mi respuesta fue ser valiente y traducirlo como yo creo y siento que debe ser, aunque no se parezca a lo establecido.

8.- En su reseña sobre De lo escrito en mi abanico, de los haikus de Sendas de Oku, Ernesto Gonzales Barnert señala que «la poesía del haiku no enseña la verdad, pero ayuda a encontrarla». En tu experiencia, ¿qué aporte ha traído la cultura japonesa tradicional en forma de poesía a tu vida?

Por una parte, el haiku me ha abierto los ojos a contemplar el mundo que me rodea, estar más presente, ser más consciente. Y la poesía japonesa en general, la importancia del cómo expresar algo. Mi mamá siempre decía: «no es lo que se dice sino cómo se dice». A los japoneses les importa mucho cómo se dicen las cosas. He estado en reuniones donde se ha discutido por horas sobre una palabra en específico, ¡y no en torno a literatura, sino a bases de un concurso!

9.- ¿Qué aspectos del arte o el trabajo de traducir fueron llamativos en esta experiencia?

Creo que lo que me dejó más de esta experiencia fue el trabajo de edición realizado con Mónica Drouilly. Ella me hizo cuestionarme todos y cada uno de los haikus, cada palabra. Si bien fue difícil, también me permitió quedar mucho más satisfecha y segura de la traducción, ya que tuve que defenderla con argumentos sólidos.

10.- ¿Has tenido la experiencia de escribir y publicar tus propios haikus?

He escrito muchos haikus, de hecho, hace algunos años, junto a un compañero de Indonesia con quien estudié Literatura Clásica Japonesa en The Japan Foundation, escribimos durante todo un año un haiku por día: ¡365 haikus! He participado también desde hace varios años en el concurso internacional Oi Ocha New Haiku Contest, organizado por la compañía de té verde Ito-en, y he ganado Mención Honrosa dos años consecutivos, 2015 y 2016, por lo que esos haikus fueron publicados en Japón en las antologías ganadoras correspondientes a cada año.

11.- Cuando nos adentramos a conocer sobre el vasto mundo de literatura japonesa, nombres como Sōseki, Kawabata, Mishima o Murakami son infaltables. ¿Cuáles son tus escritores japoneses indispensables y qué títulos recomiendas?

Siempre les digo a mis alumnos, hay dos obras que “tienen” que conocer: el Genji monogatari y el Heike monogatari. El primero porque es la obra fundamental que ha inspirado todas las posteriores: lo encontraremos citado, interpretado, como influencia, como inspiración, presente de forma literal, o en el background de cada autor japonés sin importar lo que escriba o de qué época sea. Y el segundo trata sobre hechos históricos que influyeron de manera profunda en la cultura, política, sociedad, arte, etc. japonesa, por lo que si no se conoce siempre tendremos lagunas en nuestro entendimiento de lo que es Japón. Ahora bien, en un contexto más contemporáneo, Tawara Machi. Poeta, académica, una mujer que, se dice, le dio nuevos aires a la lírica nipona. Sus poemas son hermosos, pero también muy del día a día, lo que hace que sea fácil identificarse con ellos. Pero también ha hecho trabajos increíbles sobre literatura clásica, tanto en formato de estudios académicos como, por ejemplo, de composición paralela con autores de principios del siglo pasado como Yosano Akiko.

12.- El idioma japonés, así como su cultura, es de una particularidad única y muy distinta a la nuestra. Como traductora y lectora, ¿qué es lo que más admiras y valoras del “nihongo”?

Algo que es imposible de traducir: el keigo o lenguaje honorifico. Esa capacidad que existe solo en el japonés para que con una palabra o con una frase entender de inmediato quien habla, si es hombre o mujer, viejo, joven, de buena o mala posición, con más o menos recursos, etc. la relación que existe entre quien habla y quien escucha. Es simplemente maravilloso.

13.- ¿Hay planes o ideas de traducción y publicaciones a futuro?

Con Noctámbula estamos trabajando en la traducción de la poeta Kaneko Misuzu para enero 2020. Y ¿qué se viene para después? Digamos que tengo un par de ideas entre manos.


La Furia del libro se llevará a cabo este sábado y domingo 21 y 22 de diciembre celebrando sus 10 años de existencia. Podrás encontrar De lo escrito en mi abanico en el stand de Editorial Noctámbula.

Por Andrea Ladino Gatica y Constanza Veloso Luarte

Comité de Literatura, Japonistas Chile

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