Kakumeika no Gogo: las revoluciones posibles
Revolución digital, agrícola, cultural, proletaria, sexual, incluso revolución fitness, son variantes que sólo demuestran la transversalidad de un concepto en constante expansión. La idea de la revolución no para de mutar, es por eso que Hannah Arendt señaló que su definición de revolución distaba mucho de los primeros conceptos que Platón o Polibio concibieron para hablar sobre transformaciones sociales.
Cada relato de Kakumeika no Gogo, que se podría traducir como Un revolucionario por la tarde, nos levanta sutilmente las preguntas de cómo entendemos la revolución y quién es un revolucionario, fantasea sobre aquello y lo desmitifica a un mismo tiempo.
Esta obra de Jiro Tatsumoto, mangaka conocido por el thriller psicológico Freesia, no cuenta con publicaciones al español y presenta un formato de antología, con cinco historias autoconclusivas, pero no por ello menos ambiguas. La apertura a la interpretación se mezcla con una forma cercana al libro de cuentos, generando una obra que deja dudas y se desentiende, como una bocanada de aire fresco para esta corriente de novelas gráficas japonesas que apuntan a un público maduro.
Los primeros dos relatos son homónimos entre sí y con el mismo manga. En el primero, una escritora acaba atrapada azarosamente entre agentes revolucionarios, romance clandestino y conspiraciones contra un dictador. Por otro lado, un inadaptado social que entrega su vida y sus esperanzas al Partido, dedicado a la burocracia y al orden público, a intervenir llamadas en busca de infractores o sospechosos para el régimen, ve rota su frágil estabilidad por dos personajes que irrumpen en su vida: mujeres aparecidas de mundos distintos al suyo, le dan esperanza y le auguran el peligro, ambas son símbolos de cambio en su vida, de revoluciones distintas a la que pensaba en su diario vivir.
Un revolucionario por la tarde, partes 1 y 2, parecen compartir similitud sólo de nombre, pero mirando más en lo profundo, presentan dos sujetos distintos ante la revolución, en escenarios que rememoran ese concepto universal de “totalitarismo”, un poco de libro de historia. Y puede ser esta una virtud de ambos relatos, pues nos muestran lo lejanas que parecen estas dicotomías entre totalitarismo y revolucionario. Tampoco es que estén obsoletas, pero cuando menos ambas han cambiado tremendamente, incluso han obviado íntimas contradicciones y primigenios dilemas. Y esto se nos hace más latente ante personajes cuyo hastío vital nos genera una empatía desde lo contemporáneo, es casi como un sujeto posmoderno visitando la primera mitad del siglo XX. La sociedad actual enfrenta los relatos que le precedieron.
Décadas después de la Guerra Fría incluso y en mundo globalizado digitalmente, es difícil pensar un solo rostro, una sola figura para un sujeto revolucionario. La variedad de cuestionables revolucionarios que crea Tatsumoto, nos enrostra que cada época acaba siendo crítica respecto a los caudillos y mártires de la época anterior. Se vuelve iconoclasta sobre esta palabra, revolucionario, ¿cómo podemos considerar revolucionario al protagonista de La vida de Takeyama? Nos encontramos con un vampiro enfrentando una vida común, una aplastante normalidad: trabajo, conocer gente, frustraciones personales, todo esto con tintes a ratos cómicos, en comparación a las otras historias. Tatsumoto, en el epilogo del volumen, confiesa que este relato no puede encuadrarse en la serie de revolucionarios, pero pese a la abrumadora honestidad, Takeyama también puede ser un revolucionario si miramos desde el ángulo correcto, en su caso lidiando con todo el imaginario cultural que le corresponde, subvirtiendo el orden del monstruo en la cultura pop a lo cotidiano, a una lucha que es racial dentro de su ficción. Takeyama a su modo muestra lo fácil que es volverse un otropara una sociedad de vida rápida y agitada.
La bruja del desierto, tercer relato en orden del índice, expone una brutal y frágil condición humana, mediante un hombre errante y herido que busca sobrevivir aferrándose a la misteriosa mujer del título, encarnación de los mitos de la humanidad, de lo más instintivo. El intento de sobrevivir sabiendo que es imposible huir del desierto, provocará la locura, una revolución contra lo que comprendemos como humano y civilizado. ¿Sobrevivir a qué costo? Convertirse en parte de un mito decadente, existir salvaje y desconcertado.
Cerrando el conjunto de relatos, La huida de los soldados genera un ambiente similar a aquel subgénero que, en perspectiva histórica, nos presenta con nuevo aire a los samuráis, una historia que fácilmente podría ocurrir en el universo de La espada del inmortal (Mugen no Jūnin, Hiroaki Samura). Lo que destaca de este relato es que logra hacernos consciente de cómo la preconcepción de lo revolucionario se ha ido esfumando en una obra capaz de soltarse de un punto a otro, liberarse en una variedad de posibilidades. Al final de este último relato, sólo queda una confusa sensación de incomodidad, como si además de los personajes, el artista detrás de las narraciones también prefiriera retirarse por la puerta trasera y dejar al lector de frente con sus inquietudes.
Tatsumoto trabaja sobre un pequeño arte de la pregunta sin respuesta, genera cierto placer con descolocar al lector narración tras narración. ¿Cómo se conecta el espionaje con los vaqueros o el vampirismo? De ninguna forma, pero incluso esos desniveles de lo racional incentivan el ejercicio de buscar un sentido común, apostando con espíritu surrealista a una red mayor de conexiones. El sujeto revolucionario es el que transforma, pero Kakumeika no Gogofunciona como un espejo que denuncia un nuevo mundo, donde todo se transforma exhaustivamente, se actualiza a cada instante sin que la identidad de sus habitantes sea una excepción.
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Kakumeika no Gogo (革命家の午後)
2007
Jiro Matsumoto
1 Volumen (5 capítulos)
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