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Eduardo Bustamante

La huella del daño: Piercing, de Ryu Murakami

La literatura del escritor y director japonés Ryu Murakami (1952) tiene fama de ser “oscura”, y él, la de ser el “chico malo” de las letras niponas. Y no es una opinión infundada, ya que los temas que suele tratar en su narrativa no son aptos para cualquier estómago (o paladar estético) y para colmo, comparte apellido con el más “luminoso”, y lo que no es menos importante, mucho más famoso Haruki Murakami, lo que puede acarrear confusiones. En esta entrada me abocaré a escribir sobre qué me pareció Piercing (1994, Piasshingu en japonés), el libro con el que me aventuré a comprobar qué de cierto había en esa fama, sin haber leído nada hasta entonces del autor.

Un matrimonio joven, ambos menores de treinta años, y una bebé de meses. Hija y madre duermen mientras él se desvela en la misma habitación. Así empieza esta novela. Podríamos decir que se trata de una escena cotidiana hasta que poco antes de acabar la primera página aparece el primer conflicto: todas las noches él, Kawashima, se sienta junto a la cuna de la pequeña Rie con un picahielo en la mano. Le acaricia la piel con los dedos, se fija en su candor, su suavidad. Luego la acaricia con el arma. Y cada vez se pregunta si él, su padre, sería capaz de apuñalarla. Así, sin más. Se queda allí para probarse, le hace frente a su capacidad de autocontrol. Diez noches lleva desvelándose de esa manera, y a punto de perder los nervios, todo indica que él mismo intuye que la respuesta es que sí, que al fin y al cabo sería capaz. ¿Por qué? Porque la bebé no puede hablarle; el habla “neutraliza el poder de la imaginación”, como leemos en sus palabras, y él, precisamente, necesita que el exterior aplaque sus pensamientos, las oscuras pulsiones que los recorren. El miedo se vence enfrentándole, se dice, y compara la situación con alguien nervioso por tener que dar un discurso en un matrimonio. Por cierto, un miedo un poco más fácil de superar. Pero lo decide de todos modos: superará la angustia. No apuñalará a su hija ni a su esposa, eso es obvio, pero debe apuñalar a alguien si no quiere dañar a su hija. Está decidido.


Desde esa primer punto están dados todos los elementos que la novela desarrollará hasta el vértigo; una espiral de tensión en que sabemos que alguien está a punto de actuar, pero no sabemos por qué, y en cambio sí sabemos que hay alguien más ignorante aún que nosotros: en este caso, la pequeña bebé podría morir apuñalada por su padre sin motivo aparente, y también Yoko, que duerme en la misma habitación que su hija. Nadie más que él, con todas sus dudas, nos asegura que no lo hará. La fórmula del suspenso en la definición de Hitchcock llevada a la acción de una manera retorcida y cautivante.


Por supuesto, los motivos están, pero es el mismo detalle de la tensión en la historia la que me empuja a omitirlos, porque el momento en que cada revelación de la trama es dada es clave en el libro. Es una característica que podría jugar en contra para la recepción de un lector que siente rechazo por una estructura demasiado “fija”, ya que Murakami se mueve constantemente entre el drama y el drama de enredos, y este último, como género, da más énfasis a la forma del relato que al relato mismo. Me recordó a ratos el modo de contar historias llevado a cabo por el director surcoreano Chan-Wook Park. Ambos artistas dan prioridad al tema de la violencia como trama de fondo que da motivación a los personajes, pero a la vez centrándola como foco estético. Tratan temas con destreza y originalidad, pero también se esfuerzan para que las casualidades sirvan para lograr giros y más giros de trama. El autor nipón logra salir bien parado de este recurso de doble filo debido a cómo aborda la interioridad de sus personajes, siendo uno de sus mayores logros, como lo comentaré más adelante.

Si bien mencioné la imposibilidad de dar detalles específicos, mencionaré algunos temas que el libro recorre. Uno de los grandes puntos que toca Murakami es la familia: como lugar de refugio, tortura, felicidad o vacío. Frente a cualquiera de esas circunstancias, nuestra vida se encauza de una manera en que podamos responder a la carencia o al bienestar familiar. A veces, intentamos arreglar las fisuras familiares, o soportarlas al menos, y a veces también escapamos de una familia para “construir” y asentarnos en otra. En Piercing, somos testigos de lo que ocasionan a veces esas pequeñas fisuras, cuando se les deja rodar como bolas de nieve que se agigantan con el tiempo. Temas como el abuso de sustancias, la autoflagelación, el sadomasoquismo, la violencia intrafamiliar y la distorsión de la realidad son los que retrata Murakami como si fueran cosa de todos los días, porque de hecho, y aunque no queramos verlo, lo son. O quizá sí queramos, pero la presión social nos lo impide verlo. Más presión para aquellas fisuras. Más alienación para individuos ya alienados dentro de sí mismos debido al daño que cargan.


El autor logra ahondar de manera magistral en aquellos temas porque opta por manejar pocos espacios y aún menos personajes. Los protagonistas de casi toda la acción son solo dos: el ya mencionado Kawashima y, por otro lado, la joven casi veinteañera Sanada, trabajadora de una empresa de servicios sadomasoquistas que hace su aparición poco antes de la mitad del libro. Ambos personajes son mostrados con tal destreza tanto en su interioridad (lo que sienten corporalmente y la manera, muy peculiar, en que sus mentes funcionan) como en su exterioridad (cómo reaccionan ante su entorno) que, por sí solos, mantienen la narración en pie por decenas y decenas de páginas en lo que parece ser un clímax continuo, inacabable. El final, por lo mismo, sucede más como un respiro. Se libera la tensión abruptamente, y aunque dudé al principio de que en verdad terminara como lo hizo, pensé luego: cualquier efectismo grandilocuente o sorpresivo no hubiera estado a la altura de lo anterior. Un final acorde a la bravura de la prosa en cuanto a su repentina llegada.


Junto a Sopa de miso (1997, Premio Yomiuri) y Azul casi transparente (1976, Premio Akutagawa), Piercing completa el triángulo de las novelas más aclamadas y famosas del autor, y casi las únicas que han sido traducidas a nuestro idioma. Todas destacan por tratar la violencia del mundo contemporáneo en sus distintas formas, como también los vicios que, como paliativo a la misma, conviven ya como una parte indisociable de nuestra sociedad. Piecing, en especial, es una historia sobre personas heridas que no supieron qué hacer con el daño más que dejarlo crecer; daño que se va internalizando y ocupando un espacio en sus vidas más grande que el debido. Llena de acción y escenas increíbles, me quedo con la idea de que cada una de ellas está plenamente justificada, ya que aún la más extrema de las narraciones no le hará peso a la realidad, parece decirnos Murakami. ¿Choca? Sí, porque su crudeza avanza un paso más allá que lo escrito por algunos de sus contemporáneos más famosos. Pero de ningún modo, me parece, lo hace por el mero fin de escandalizar.


En conclusión, Piercing me parece una excelente novela en su brevedad, que puede leerse como un thriller y a la vez como un profundo retrato psicológico de mentes retorcidas por lo que les rodea. Un buen punto de entrada al estilo de Murakami, que aúna de manera peculiar algunas características de sus contemporáneos: la intensidad y la velocidad de las historias de Kawakami junto al crudo modo de retratar la realidad que tiene Oé, por dar un ejemplo. Si se busca un acercamiento de otro estilo a la historia, esta cuenta con una adaptación cinematográfica de la mano del director estadounidense Nicolas Pesce, con título homónimo y estrenada bajo el género de suspenso y terror el 2019.

La versión que leí es la que publicó la editorial española Ediciones Escalera bajo la traducción de Ana Lima Lima, en 2011.


Ryu Murakami, además de novelista, ha escrito cuentos y textos de otro carácter, y también ha filmado algunas películas, entre las que se cuentan adaptaciones de sus propios libros. Japonistas Chile compartió hace algún tiempo una guía para diferenciar su trabajo del de Haruki y Takashi Murakami.







 

Ficha técnica:

Nombre original: ピアッシング

Editorial en español: Ediciones Escalera

Año: 2011

N° de páginas: 128



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